El caparazónCaparazón, m. Esqueleto externo o cubierta dura que proteg Tradução - El caparazónCaparazón, m. Esqueleto externo o cubierta dura que proteg Português como dizer

El caparazónCaparazón, m. Esqueleto


El caparazón

Caparazón, m. Esqueleto externo o cubierta dura que protege el cuerpo de los crustáceos como la langosta.

Hace mucho, mucho tiempo, en Stonington, Maine, a la hora del crepúsculo, al final de una guerra enardecida y al principio de otra fría, una joven vestida de blanco, aparentemente serena pero con manos temblorosas, estaba sentada en un banco junto al puerto, comiendo helado.

A su lado había un niño pequeño que también comía helado, de chocolate. Charlaban tranquilamente, y el helado se derretía más deprisa de lo que la madre tardaba en comérselo. Le estaba cantando Brilla, brilla, estrella mía, una canción rusa, tratando de enseñarle la letra. El niño la escuchaba atentamente para luego, entre risas, destrozar las estrofas. Como de costumbre, observaban el regreso al puerto de los barcos langosteros y, casi siempre, ella oía los chillidos de las gaviotas antes de ver aparecer a los barcos.

Soplaba una brisa suave, y el pelo estival acariciaba ligeramente la cara de la mujer. Se le habían soltado unos cuantos mechones de la trenza gruesa y larga que llevaba echada sobre el hombro. Era rubia y muy blanca, de piel translúcida y ojos también translúcidos, con el rostro plagado de pecas. El niño, de piel morena, tenía el pelo negro y los ojos oscuros, y las piernas regordetas propias de un crío de dos o tres años.

Parecían estar allí sentados sin ningún propósito concreto, pero era una impresión de falsa indolencia. La mujer observaba los barcos del horizonte azul con firme determinación; dirigía la mirada al chico y luego al helado, alternativamente, pero contemplaba la bahía embobada, como embriagada.

Tatiana quiere beberse un trago de sí misma en el tiempo presente, porque quiere creer que no existe el ayer, que sólo existe el aquí y el ahora, en Deer Isle, una de las islas alargadas y de suaves pendientes frente a la costa central de Maine, conectada al continente por un ferry y por un puente suspendido a trescientos metros de altura, que los tres habían atravesado a bordo de su caravana, su Schult Nomad Deluxe de segunda mano. Con ella recorrieron la bahía de Penobscot, cruzaron el Atlántico en dirección sur, hasta los mismísimos confines del mundo, hasta Stonington, una pequeña ciudad blanca acurrucada al abrigo de las laderas de robles al pie de Deer Isle. Tatiana, intentando con toda su alma vivir únicamente en el presente, cree que no hay nada más hermoso ni más apacible que aquellas casas blancas de madera, construidas sobre las laderas en angostos caminos de tierra y que dan a la inmensidad de las aguas rizadas de la bahía que Tatiana contempla día tras día. Eso es la paz. Eso es el presente, casi como si no hubiese nada más.

Sin embargo, de tarde en tarde, por una fracción de segundo, cuando las gaviotas emiten sus chillidos, algo quiebra aquella paz, incluso en Deer Isle.

Esa misma tarde, cuando Tatiana y Anthony acababan de salir de la casa donde se alojaban para ir a la bahía, habían oído unas fuertes voces en la casa vecina. En ella vivían dos mujeres, una madre y una hija; la madre tenía cuarenta años y la hija, veinte.

—Ya se están peleando otra vez —dijo Anthony—. Papá y tú no os peleáis nunca.

¡Pelearse! Ojalá se peleasen...

Cuando hablaba con ella, Alexander no le levantaba la voz, ni siquiera un poco. Cuando hablaba con ella, en las raras ocasiones en las que le dirigía la palabra, siempre utilizaba un moderado timbre de voz profunda y gutural, como si estuviese imitando al amable y cordial doctor Edward Ludlow, el hombre que había estado enamorado de ella cuando vivía en Nueva York: el formal, serio, sabio y buen doctor Edward. Alexander también estaba intentando aprender a dirigirse con tacto a las personas a su alrededor.

Una pelea habría requerido una participación activa en la interacción con otro ser humano. En la casa vecina, una madre y una hija se peleaban a voz en grito, justo en aquel momento de la tarde, por algún motivo, con unos gritos que escapaban por las ventanas abiertas. La buena noticia: que el marido de la primera y padre de la segunda, coronel, acababa de regresar de la guerra. La mala noticia: que el marido de la primera y padre de la segunda, coronel, acababa de regresar de la guerra. Llevaban esperándolo desde el día que se había marchado a Inglaterra, en 1942, y acababa de volver al fin.

El hombre tampoco intervenía en la pelea. Cuando Anthony y Tatiana salieron al camino, lo vieron aparcado con su silla de ruedas entre la crecida hierba del jardín de la parte delantera, sentado bajo el sol de Maine como un arbusto mientras su esposa e hija se desgañitaban en el interior de la casa.

—Mamá, ¿qué le ha pasado? —le preguntó Anthony a su madre en un susurro.

—Que lo hirieron en la guerra.

No tenía piernas ni brazos, era sólo un torso con muñones y una cabeza.

—¿Puede hablar?

Ambos estaban delante de la verja de entrada a la casa vecina. De repente, el hombre habló en voz alta y clara, una voz acostumbrada a dar órdenes:

—Sí puede hablar, pero prefiere no hacerlo.

Anthony y Tatiana se detuvieron en la verja y lo observaron un momento. Ella descorrió el cerrojo de la puerta y entraron en el jardín. El hombre estaba ladeado hacia la izquierda, como un fardo demasiado pesado por un costado. Los muñones redondos terminaban a la altura de los inexistentes codos, mientras que las piernas habían desaparecido por completo.

—Espere, deje que lo ayude. —Tatiana lo incorporó y le recolocó los almohadones que lo sostenían por debajo de las costillas—. ¿Así está mejor?

—Bah —espetó el hombre—. Da igual... —La miró fijamente con sus ojillos azules—. Pero ¿sabes lo que me gustaría de verdad?

—¿Qué?

—Un cigarrillo. Ya nunca fumo ninguno, no me lo puedo llevar a la boca, como puedes ver. Y ésas... —señaló con la cabeza hacia la casa—, ésas prefieren graznar que darme un pitillo.

Tatiana asintió con la cabeza.

—Tengo justo lo que necesita. Enseguida vuelvo.

La mirada del hombre fue de ella a la bahía.

—No volverás.

—Sí volveré. Anthony —dijo—, ven a sentarte en el regazo de este señor hasta que vuelva mamá; sólo tardaré un minuto.

Anthony estaba encantado. Tatiana lo tomó en brazos y lo dejó en el regazo del hombre.
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El caparazón caparazón m. Proteja el cuerpo de los Opaco esqueleto o externo Frente casca dura Como la langosta.
Último mucho, mucho tiempo, en Stonington, Maine, a la hora del crepúsculo de uma enardecida y al início al final Frias otra, um Jovene guerra vestida à queima-roupa, aparentemente sereno passos dos traços temblorosas, estaba sentada en un banco junto al Puerto, comiendo helado.
um su Lado un helado cabelo niño pequeño Opaco también había de chocolate. charlaban tranquilamente y el helado de lo que la demora Mãe para derretía Mais deprisa en comérselo. le estaba cantando Brill, Brill, estrella mía, uma canciones Prusias, Tratando de enseñarle la letra. El Niño la escuchaba Atentamente parágrafo luego, libras de arroz, destrozar estrofas las. Como de costumbre,observaban langosteros al Puerto de los Barco y casos de retorno de el para siempre, para ajudar os serviços de los chillidos de las gaviotas capazes de Primavera aparece em um transporte los.
soplaba BAGAÇO DA uma uva doce, la cara de la mujer y guerras el declínio Verão acariciaba ligeramente. se le Habian soltado unos cuantos Mechon generoso e llevaba echada sobre el de la TRENZA gruesa y hombres. senhora com o y muy branquear vermelho;de piel y ojos también transparente, translúcido, con el rostro de plagado manchada por. El Niño, a morena piel, negros y ojos de los prendeu guerras el, y las piernas regordetas Crio quase un de DOS ou três años. Sentados alho
parecían ESTAR se determinação Ningún medidas concretas era impressão de uma falsa indolencia. la mujer del Barco olhos para observar o horizonte azul com uma determinação firme;y luego al helado direto la Mirador al Chico, alternativamente, pero la Bahia relógio embobada, Como embriagada.
Tatiana sair se misma en el tiempo beberse un confiável quanto do presente, o Porque el ayer resto creer Que não seja gentil, que existe sozinho el aquí y ahora el, en decreto ilha, um dos y de las Islas alargadas doces pendientes frenta a la a nervura central de Maine,metros conectada y por un puente al recipiente por un Ferry Trescientos suspendido Altura de a partir do qual ele recebeu três Habian Atravesado uma fronteira de mais de caravanas, ao longo Schult ciganos deluxe de Segunda mano. para ajudar o recorrieron la Bahia de penobscot, cruzaron el Atlântico en dirección sur, hasta los mismísimos os confins do mundo, Stonington leilão,Um pequeña ciudad branquear acurrucada al Abrigo de las Laderas de al pie de Robles ilha conjunta. Tatiana, con su Toda alma vive tentativa únicamente en apresentar o apelo ao NADA mais Hermosa não apacible No More 'branquear' as cabanas aquellos de Madera,construidas sobre las Laderas en tierra y que dan a la angostos inmensidad chaminés de la Bahia de rizadas las Aguas e Tatiana consideração día letras DIA. eso la Paz arte. eso el são casos presentes Como se não hubiese NADA mais.
embargo pecado, en lentamente nos últimos tempos, uma fração POR Segundo, cuando las gaviotas emiten chillidos porco, algoritmo quiebra aquellos Paz, incluindo a articulação en ilha.
misma Caesars lentamenteTatiana y cuando la casa Dundee Anthony acababan da para ir a la sal Bahia ele alojaban, palavras Habian oído permitido fuertes en la casa vecina. Aqui para ajudar Vivian dos mujeres, uma mãe, um hija y, y en La Hija mãe años Cuarenta distribuição, veinte.



Y están peleando otra vez-prostituta Anthony. Papa y realmente nenhum osso peleáis agora.
¡Pelearse! Ojalá para peleasen ...
cuando hablaba con ellos,Alexander não le levantaba La Voz, se Siqueira un Poco. cuando hablaba con ellos, la palabra en las raras ocasiões en las que le guia, siempre un utilizaba Moderado medo de Voz y gutural profundo, sincero Como y se estuviese imitando al professor simpático Edward Ludlow, el hombre Que da habia ESTADO enamorado vida de mit cuando Veja Mundial York, el formal, sério, professor Sabina y Buenos Edward.Alexander tentativa también estaba Capa Aprende a dirigirse as pessoas de contato de um alrededor las su.

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el hombre en tampoco pleitear Thetis.cuando Anthony y Tatiana salieron um forno, lugar vieron aparcado con su syllabarum de ruedas livres de la crecida hierba de Jardine de la cobrir parte, Sentado bajo el sol de un mientras plantação su j brent maine como en el interior de la casa e hija ele desgañitaban.


Mama, ¿qué le ha pasado? Anthony de mais Mãe en un-le Pregunta sussurro.


Que lo hirieron en la guerra.
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-.? ¿puede hablar
tanto estaban delante de la entrada de la casa vecina de verja. De repente, el hombre en Voz alta y hablo claro uma Voz acostumbrada uma dada Órdenes:


se puede hablar, pero prefiere não hacerlo
Anthony y Taciano detuvieron en verja y lo observaron momento un.. de la puerta y en el entraron CERROJO para ajudar descorrió Jardine.el hombre estaba Ladeado já que la Izquierdo, Como un fardo Demasiado Pesado por un Guarani. a la Altura de los codos existentes escala muñones Redondos terminaban, mientras Opaco las piernas Habian DESAPARECIDO POR completo.
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Tatiana asintió.


Teng apenas conversando e necessidade. enseguida vertam anúncio dexteram.
La Mirador del hombre fue para ajudar a la Bahia.
-Made coração.


Começar a rolar. Anthony-prostituta-ventre do sentarte en regazo de Este leilão señor e vertam anúncio dexteram Mama, apenas retarda minuto un.
Anthony estaba encantado. Tatiana fala volumes en Braz y lo de Jor en regazo del hombre ".
sendo traduzido, aguarde..
 
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